lunes, 13 de febrero de 2023

Todo consentimiento interior ya es un acto

El corazón del hombre es malo e inescrutable, dice Jeremías; ¿quien lo conocerá?. La contestación es siempre la misma: Ego Dominus escrutans et probans renes. “No puede extrañar, escribe Etienne Gilson, la insistencia con que el Evangelio recuerda al hombre que el pecado es anterior al acto por el cual se manifiesta al exterior y, en muchos casos, independiente de él. Todo consentimiento interior ya es un acto, tan manifiesto a Dios como el acto exterior lo es a los hombres, de modo que el acuerdo o desacuerdo interno de la voluntad con la ley divina basta para definir un orden de desobediencia o de transgresiones morales completamente determinado. Seguramente, la importancia de los actos externos sigue siendo considerable, pero en lo sucesivo existe antes que ellos una serie de actos que para los hombres no cuenta, pero cuya importancia es primordial ante Dios. Ahí es donde anteriormente a las acciones y aun a las palabras, se ejecuta el mal y se cometen los crímenes”.
“Los cristianos piensan que al pecado que se comete en acto, al que se comete en palabras, se agregará al que se comete en pensamiento, y hasta asume cierta importancia, puesto que es la fuente de los otros dos. El comienzo del pecado, su fundamento, es el que se comete en el corazón del hombre; la palabra y la acción que aquel determina no hacen sino llevarlo a su pleno desarrollo y acabar de constituirlo.”



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