El Catecismo de la Iglesia Católica, en lo que respecta al salario justo y sus circunstancias: El salario justo es fruto legítimo del trabajo. Negarlo o retenerlo puede constituir una grave injusticia (cfr 19,13; Dt 24,14-15; St 5,4). Para determinar la remuneración justa se han de tener en cuenta a la vez las necesidades y las contribuciones de cada uno. “El trabajo debe ser remunerado de tal modo que se den al hombre posibilidades de que él y los suyos vivan dignamente su vida material, social, cultural y espiritual, teniendo en cuenta la tarea y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común” (Gaudium et spes). El acuerdo de las partes no basta para justificar moralmente la cuantía del salario.
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