La libertad de expresión constituye uno de los logros del régimen democrático, de modo particular cuando permite dar voz a los que no piensan como uno. La doctrina social católica integra un conjunto de enseñanzas sistemático y bien argumentado, que ha encontrado acogida en los más diversos ambientes culturales y políticos. No quiere imponer nada a nadie, la verdad se ofrece, se propone debidamente argumentada y debe ser aceptada con libertad. Es tarea de los ciudadanos y políticos católicos vivir su compromiso ciudadano de forma coherente con su fe, algo que puede resultar más o menos difícil según las circunstancias de cada momento. Como ha puesto de relieve Samuel Huntington al explicar el triunfo y la difusión de la democracia en los últimos decenios, hay una especial afinidad entre el catolicismo y la democracia, especialmente visible a partir del Concilio Vaticano II.
No hay comentarios:
Publicar un comentario