Escribe el profesor y analista Florentino Portero que “la no aceptación del resultado de unas elecciones supone romper las reglas del juego, empujando al país hacia un conflicto civil de consecuencias muy peligrosas. La izquierda radical aprendió hace tiempo que ese no era el camino. Optó por tratar de hacerse con el discurso democrático para poder legitimar actos abiertamente antidemocráticos, como acabar con la independencia de los jueces o con la capacidad de control parlamentario. Bajo la apariencia de un sistema democrático, con elecciones supuestamente libres, va haciéndose con el control del Estado al tiempo que arruina la economía y garantiza la miseria a una mayoría. Los casos se van sucediendo, mermando los espacios de libertad. Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Perú… y la propia España son testigos de este proceso desde la izquierda. Polonia, Hungría, Turquía, Túnez o Israel lo son desde la derecha. Cada caso es distinto, el daño infringido al orden constitucional diferente, pero la dirección es la misma, acabar con la democracia liberal”.
“Sin el control de Bruselas sobre España, manifiesta el profesor Portero, el actual gobierno socialista habría ido mucho más allá tanto en materia jurídica como económica. Está en observación y lo sabe. Por lo menos en lo que queda de legislatura no quiere aparecer señalado por la Comisión como una democracia en cuestión, pero el proceso está en marcha. Lo que parecía indiscutible hace décadas, lo que muchos consideraban definitivamente consolidado, hoy está en cuestión. La democracia es flor de invernadero, sensible a cualquier cambio brusco de temperatura. Si desconocemos la historia, y ya se han ocupado los gobiernos socialistas de que nuestros jóvenes tengan apenas una vaga idea de nuestro pasado, el riesgo de despreciar el legado de nuestros mayores, lo que costó tanto tiempo y tanto sacrificio construir, es muy alto”.
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