Para que un objeto sea asequible al análisis no basta con advertir su existencia, dice François Jacob, Premio Nobel. Es necesario además que una teoría esté preparada para acogerlo. En la relación entre teoría y experiencia, siempre es la primera la que inicia el diálogo. Es la teoría la que determina la forma de la pregunta, es decir, los límites de la respuesta.“El azar sólo favorece a las mentes preparadas”, decía Pasteur. En este caso, el azar supone que la observación ha sido hecha accidentalmente y no con el fin de comprobar la teoría. Pero la teoría que permite interpretar el accidente ya existía.
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