Cuenta Séneca que “en el arte de la vida, a diferencia de otras artes, los pecados deleitan al delincuente, que sólo se duele de ellos cuando no logra su propósito. No obstante, en todos anida el sentimiento del bien, ya que tratan de ocultar sus culpas. En realidad, el castigo del crimen está en el propio crimen más que en el miedo a la sanción de la justicia”.
Séneca añade que “todos disimulan sus culpas y, aunque hayan tenido éxito con ellas y se gocen de sus frutos, con todo las disimulan. Por el contrario, la buena conciencia desea manifestarse y atraer las miradas; la maldad teme hasta las mismas tinieblas”.
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