Se ha debatido durante más de doscientos años si un prestamista de última instancia debería proveer de liquidez para evitar el pánico y la caída de los precios de bienes raíces y acciones. Quienes se oponen a la provisión de liquidez de un prestamista de última instancia sostienen que el conocimiento de que tales créditos estarán disponibles fomenta la especulación. Los que quieren un prestamista de última instancia se preocupan más por hacer frente a la crisis actual y por reducir la probabilidad de que una crisis de liquidez se convierta en una crisis de solvencia y que provoque una grave recesión, como la que se inició en 2008. En el plano internacional, no hay ni un gobierno mundial ni ningún Banco Mundial adecuadamente equipado para servir como prestamista de última instancia. El Fondo Monetario Internacional no ha cumplido con las expectativas que tenían sus fundadores de que fuera un prestamista de última instancia.
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