La pluma jamás fue más poderosa que la espada. Los guerreros siempre pudieron conquistar a los escritores, pero sin estos no habría habido ni sistemas de gobierno ni economías mayores; ni, menos todavía, habrían existido los grandes imperios históricos del mundo antiguo. Las personas cultas suministraban las ideologías que posibilitaban la cohesión imperial y llenaban sus cuadros administrativos. En China, convirtieron a los conquistadores mongoles en dinastías imperiales, mientras que su ausencia contribuyó a la rápida caída de Gengis Kan y Tamerlán.
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