Tzvetan Todorov. |
La oración cristiana más extendida en el mundo, la que empieza dirigiéndose a Dios con las palabras “Padre nuestro que estás en los cielos”, concluye con una petición llena de sentido: “… mas líbranos del mal”. Por lo tanto, en la naturaleza humana encontramos un elemento malvado del que Dios puede librarnos, y rezamos para que lo haga. Sabemos que algunas veces los hombres han estado tentados de desempeñar por sí mismos este papel de purificadores, y conocemos los resultados catastróficos que han provocado estas aspiraciones en los regímenes totalitarios, escribe el filósofo Tzvetan Todorov. Añade que cuando los horrores apenas han concluido en un lugar, empiezan en otro, y resulta extremadamente difícil constatar el progreso moral colectivo en el avance de la humanidad.
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