Escribe Stanley George Payne que “los conceptos de guerra civil que manejaban Araquistáin y Maurín eran esencialmente idénticos; una guerra civil revolucionaria era inevitable, pero sería breve, porque la izquierda la ganaría rápidamente. Ambos sostenían que la larguísima guerra civil de Rusia (1918-1921), tan destructiva, no tendría que repetirse, puesto que la izquierda revolucionaria en España era más fuerte,y el peligro de una intervención contrarrevolucionaria extranjera se consideraba un asunto menor. Ambos teóricos estaban convencidos de que la revolución podría contar con la Unión Soviética, que llevaría a cabo un movimiento rápido para desbaratarla. La política de Largo Caballero no disponía de una doctrina real a propósito de una hipotética guerra civil, pero planeaba continuar con su ofensiva prerrevolucionaria hasta provocar una revuelta contrarrevolucionaria de los militares, la cual se preveía como una débil intentona que podría superarse fácilmente con una huelga general. Se suponía que este proceso, o uno muy semejante, allanaría el camino para un liderazgo caballerista de un nuevo Gobierno revolucionario. En alguna medida, eso fue lo que ocurrió, aunque hubo un error de cálculo en cuanto a la importancia del pronunciamiento militar, que fue mucho más poderoso de lo que nadie había previsto”.
Asesinato de José Calvo Sotelo |
“La opinión pública moderada y conservadora en España había demostrado ser notablemente tolerante. La interminable serie de abusos que habían sufrido los conservadores durante la primavera y las primeras semanas del verano de 1936 no tenía precedentes en ningún país de Europa en tiempos de paz. Entre esos abusos destacaban una ola de huelgas masivas, violentas y destructivas, cierres arbitrarios de escuelas católicas, incautación de iglesias y propiedades eclesiásticas, aplicación de la censura a nivel general, miles de detenciones arbitrarias, impunidad ante los actos criminales de miles de miembros de los partidos del Frente Popular, manipulación y politización de la Justicia, disolución arbitraria de distintas organizaciones derechistas, repetición arbitraria de elecciones en Cuenca y Granada con la exclusión de la oposición, subversión de las Fuerzas de Seguridad y un gran incremento de la violencia, con un resultado de, al menos, 444 asesinatos políticos.El elemento catalizador de la revuelta contrarrevolucionaria fue el asesinato del líder monárquico José Calvo Sotelo. El crimen tuvo lugar a primera hora del 13 de julio. Se ha dicho en alguna ocasión que la conspiración de los militares ya estaba a punto de culminarse para esas fechas y que la rebelión militar habría tenido lugar aunque no se hubiera cometido el asesinato, pero semejante análisis ignora el punto principal. En efecto, podría haberse dado algún tipo de revuelta militar, pero habría sido mucho más débil y probablemente se habría sofocado sin muchas dificultades, tal y como el Gobierno había imaginado. El secuestro y el asesinato de Calvo Sotelo representaron el culmen de una larga cadena de disturbios, violencia y abusos políticos y administrativos que habían tenido lugar bajo el mandato de los gobiernos de la izquierda republicana.”
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