Un espléndido pasaje de Blaise Pascal, filósofo y matemático del siglo XVII, reproducido íntegramente: “¿Qué quimera es, por consiguiente, la del hombre? ¡Qué novedad, qué monstruo, qué caos, qué objeto de contradicción, qué prodigio! Juez de todas las cosas, imbécil gusano de la tierra; depositario de la verdad, cloaca de incertidumbre y de error; gloria y desecho del universo. ¿Quién desenredará este embrollo? La naturaleza confunde a los escépticos, la razón confunde a los dogmáticos. ¿Qué venís a ser, oh hombres, que buscáis cuál es vuestra verdadera condición con vuestra razón natural? No podéis huir de alguna de esas sectas ni permanecer en ninguna. Conoce pues, oh soberbio, qué paradoja eres tú mismo. Humíllate, razón impotente; calla, naturaleza imbécil. Aprended que el hombre sobrepasa infinitamente al hombre. Aprende de tu maestro cuál es tu verdadera condición, que ignoras. Escucha a Dios”. La extraordinaria complejidad de la naturaleza de la persona humana no podría ser expresada mejor.
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