Cuenta el historiador estadounidense Stanley George Payne que durante la Segunda República española se produjo una enorme ola de vandalismo y destrucción de iglesias y de todo tipo de propiedades eclesiásticas. El resultado fue la desaparición o destrucción de muchísimas obras de arte, históricas y maravillosas, cuyo valor era incalculable; se trataba de piezas artísticas que no solo formaban parte de las propiedades de la Iglesia, sino del patrimonio cultural de toda España. Las matanzas de religiosos, la destrucción de iglesias y del arte religioso, y los rituales elaboradamente sacrílegos que se llevaron a cabo al principio en la mayoría de las ciudades de la zona republicana no eran simples actos de vandalismo desenfrenado y arbitrario, sino que tenían como objetivo fundamental la destrucción del cristianismo con la idea de que pudiera ser reemplazado por las nuevas religiones políticas y revolucionarias.
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