El historiador de arte Paul Johnson observa que las catedrales medievales de Europa son el mayor logro de la humanidad en el conjunto del teatro del arte. Especialmente asombrosas son las catedrales góticas. Estas construcciones de tamaño y amplitud monumental, poseen unos rasgos distintivos específicos, como los arbotantes, el arco apuntado y la bóveda de crucería. Sus vidrieras muestran un testimonio de fe de una civilización en lo sobrenatural. “Cuando los fieles alzaban la vista al cielo, escribe Robert Scott, estos imaginaban que la gracia de Dios, en forma de luz solar, descendía sobre ellos para bendecirlos, lo que favorecía su exaltación. Se conducía a los pecadores hasta el arrepentimiento y el esfuerzo por alcanzar la perfección mediante la visualización del mundo de perfección espiritual en el que Dios residía, un mundo insinuado por la regularidad geométrica de las catedrales”. Dice Stanley Jaki que “ mientras las lineas predominantes horizontales de los templos greco-latinos simbolizan una experiencia religiosa vinculada a la naturaleza, las agujas góticas simbolizan el ascenso vertical a una visión claramente sobrenatural”. Estas grandes construcciones transmiten el espíritu de los tiempos en que fueron concebidas y edificadas. La luz que entraba en las catedrales simbolizaba la luz del siglo XIII, un periodo caracterizado tanto por sus universidades, sus conocimientos y su erudición como por el heroísmo y el fervor religioso de San Francisco de Asís.
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