El triunfo de la Muerte, de Pieter Bruegel el Viejo |
La muerte nos iguala a todos. Se lleva en el momento justo y por igual, hayan hecho lo que hayan hecho, lo mismo al orgulloso que al humilde, al bravo que al cobarde. Al final, todos seremos polvo, como lo son los centenares de generaciones que nos preceden. Respiramos muerte, porque al fin y al cabo ésa es la realidad; puede que el polvo que lleva el aire y que nuestros criados eliminan del suelo fuera un día un ser lleno de vida y de esperanza, escribe Carrillo de Albornoz en su libro Jaque a la reina blanca.
Día de Todos los Santos, de Emile Friant |
Y añade el escritor cacereño: “Dios es justo y misericordioso. No creo que nos esté castigando, ni ensañándose con los nuestros. Lo que pasa en realidad es que nosotros, los humanos, somos unos seres muy pequeños y tenemos una visión muy limitada de sus Altos Designios y por eso, al no poseer la visión de toda la partitura, no entendemos la Gran Música de Dios, de la que sólo oímos un breve fragmento”.
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