jueves, 19 de diciembre de 2019

El fin de la teología de la liberación


Visita apostólica de Juan Pablo II a la Nicaragua Sandinista, en 1983
Pablo VI intentó poner un dique a la teología de la liberación con su encíclica Evangelii nuntiandi de 1975, a la que los teólogos de la liberación no hicieron el menor caso. Y como les había salido bastante bien la manipulación marxista de la Conferencia de Medellín en 1968, intentaron repetir la hazaña en la III Conferencia General del Episcopado iberoamericano, celebrada bajo la presidencia del Papa Juan Pablo II en la ciudad mexicana de Puebla de los Ángeles en enero de 1979. Esta vez los obispos no cayeron en las trampas de Medellín. Pusieron en su sitio a los teólogos y vetaron a los activistas políticos, que hubieron de contentarse con el fracaso de su conferencia paralela. El Papa y los obispos de Iberoamérica deslindaron con toda claridad a la religión de la política y descalificaron de cuajo las implicaciones marxistas en la teología. Desde aquel momento los teólogos de la liberación eran ya un conjunto de rebeldes, aun antes de las famosas Instrucciones de la Santa Sede en 1984 y 1986, preparadas por el cardenal Ratzinger. Comentaba un conocido sacerdote que aunque el ángel de las tinieblas puede tener la fuerza de un gigante, no puede nada contra un hijo de la luz como fue Juan Pablo II.

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