El esfuerzo de todo intelectual, de todo artista, es, en el fondo, un esfuerzo político. El esfuerzo por construir el lenguaje, la memoria, la estética y los símbolos de una comunidad.
“Creo que todo artista, todo escritor, dice el filósofo William Ospina, debe estar comprometido políticamente. O necesariamente lo está. Pero no con un político, un presidente o un partido, sino en un compromiso alto y persistente con la cultura y con la naturaleza, con la búsqueda de una alianza entre ellas, y la búsqueda de una comunidad responsable, de una comunidad que, además de proponerse las tareas elementales, las tareas de sentido común, de darle pan a la comunidad, trabajo y una mínima dignidad de vida, sea capaz de proponerse tareas más altas. Construir ciudades verdaderas, ciudades bellas, esfuerzos verdaderos de civilización.”
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