Escribe Lucien Febvre que Lutero “circunscribe el matrimonio en la satisfacción de un instinto natural. Esa necesidad, universal, ineluctable, la asimila a las otras necesidades físicas del hombre, “beber, comer, escupir o ir al excusado”. Después de lo cual, declara: “Pero es un pecado; y si Dios no lo imputa a los esposos, es por pura misericordia”. Ambigüedad, conflicto de sentimientos. Y que lleva a no distinguir casi entre el matrimonio y la fornicación o el adulterio. Destinado a asegurar la satisfacción de una necesidad”.
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