Las raíces de la salud mental se derivan de la calidad de la sintonía entre los padres y sus hijos (Stern, 1985) y de la relación con los hermanos (Cooper y Magagna, 2004). Una madre deprimida, inestable, con tendencia al rechazo, emocionalmente abrumada debido a sus experiencias previas o sin el apoyo del padre, puede ser incapaz de soportar el peso de las ansiedades intensas de su bebé, así como ayudarle a regular su estado emocional y a saber y comprender sus sentimientos, dice el psiquiatra Murray Jackson. En ausencia de unos padres comprensivos capaces de contener las experiencias físicas y emocionales de un bebé sensible y presa fácil de la frustración, este podría recurrir a métodos inmaduros para protegerse de la ansiedad. Tal tipo de protección, durante la infancia, puede incluir elementos como la escisión disociativa y la proyección. Esos procesos, dice Jackson, pueden provocar una profunda sensación de aislamiento en el bebé, ya que implican una pérdida de contacto con una parte de su experiencia emocional y una incapacidad creciente para interaccionar adecuadamente con sus padres e introyectar su amor y su comprensión.
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