Séneca |
Séneca decía que nada importa lo intensa que sea la pasión; por más pequeña que sea no sabe obedecer, no acepta un consejo. Como ningún animal secunda la razón, ni el que es feroz, ni el doméstico y manso (pues su naturaleza es insensible a los consejos), así tampoco las pasiones, por más débiles que sean, ni la secundan, ni la escuchan. Los tigres y los leones nunca se despojan de su fiereza; en ocasiones la mitigan; pero, cuando menos se espera, se irrita su crueldad amansada. Jamás los vicios se amansan noblemente. Por lo tanto, si la razón se impone, las pasiones ni siquiera comenzarán; si comienzan en contra de la razón, en contra de ella se mantendrán. Es más fácil impedir el comienzo de aquéllas, que refrenar su ímpetu.
Sola la virtud, añade Seneca, posee la justa medida que los vicios del alma no aceptan. Más fácilmente los extirparás que los refrenarás.Si otorgamos algún derecho a la tristeza, al temor, a la ambición, a los restantes afectos desordenados, no ejerceremos dominio sobre ellos.
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