Museo Arqueológico Nacional |
Juan Negrín, y el director general del Tesoro, Francisco Méndez Aspe sacaron del Museo Arqueológico Nacional la colección de monedas de oro y plata. Por el número y la calidad de sus piezas, dicha colección estaba catalogada como una de las más importantes del mundo. En esta actuación primaba el valor crematístico de las piezas, solo interesaban aquellas que estuvieran acuñadas en metales preciosos. Roces, militante del Partido Comunista, ordenó al director de museo, Francisco Álvarez-Osorio,le hicieran entrega de las monedas de oro y plata de la colección de monedas. Se vaciaron las bateas donde se encontraban colocadas las monedas para introducirlas en unos saquillos, limitándose a pesarlos en una balanza. Las monedas acuñadas en oro de la época romana, la colección de monedas griegas, alguna cartaginesa y las ptolemaicas. Particularmente valiosa, por ser única en el mundo, era la colección de piezas visigodas. Si el valor del oro de las monedas era importante, el numismático era incalculable. Junto a las monedas también fue requisado el llamado Tesoro de los Quimbayas, formado por cuatrocientas treinta y tres piezas de oro.
En la embarcación Vita, que había sido adquirido en 1938 por Marino de Gamboa, intermediario que recibía instrucciones de Juan Negrín, presidente del Gobierno de la República desde mayo de 1937, fueron trasladados a México numerosos bienes pertenecientes al patrimonio histórico artístico, incluidas las monedas procedentes del Museo Arqueológico Nacional. Lo ocurrido con su valioso cargamento es uno de los episodios más oscuros y lamentables del exilio republicano. A bordo del Vita iba un funcionario de Hacienda, José María Sabater, cuya misión era llevar la documentación y el inventario del cargamento. El 30 de marzo se desembarcó el tesoro en Tampico y, según recogía la prensa local, fue tal el peso del tesoro que se trasladó a tierra que la línea de flotación de la embarcación subió dos pulgadas y media. Nada se ha vuelto a saber de las cerca de diez mil monedas sustraídas del Museo Arqueológico Nacional. Algunas fueran vendidas a coleccionistas, si bien no se tienen referencias de ello, o fundidas en el Banco Nacional de México para convertirlas en lingotes de oro y plata que serían revendidos al propio banco.
La siguiente imagen es un extracto del acta de entrega, donde se indican los objetos que se llevaron:
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