Robert R. Reilly, director del WestminsterInstitute manifiesta que en la mentalidad tribal de un mundo prefilosófico, el único modo de valorar si algo estaba bien o mal era si se atenía o no a las costumbres de los antepasados. “Uno solo era un miembro de una tribu, con deberes hacia los ancestros y los dioses de la tribu, y nada más. Por lo tanto, nada podía estar bien o mal en sí mismo. La gente que rezaba a otros dioses y vivía según otros estándares simplemente no pertenecían a la misma especie”. “Cuando una tribu conquistaba a otra, el típico modus operandi era la ejecución o la esclavitud. Nadie podía imaginar algún criterio moral que objetara a esta conducta”.
“Una apelación a la humanidad no habría sido inteligible ni para los victoriosos ni para los vencidos, porque ninguno de los dos era capaz de ver a la otra persona como un ser humano. Una tribu vencida podía lamentarse por sus miembros perdidos, comidos o esclavizados, pero no tenía la capacidad de concebir un criterio de justicia que llevara a condenar esas conductas como objetivamente erróneas, porque si hubieran ganado, habrían hecho exactamente lo mismo de acuerdo con sus costumbres tribales”.“La mentalidad tribal, comenta Reilly, es obviamente enemiga del principio de igualdad. Uno no puede decir todos los hombres son creados iguales hasta que uno sabe lo que es el hombre, lo cual exige reconocer las diferencias entre naturaleza y costumbre, lo humano y lo no humano, y entre lo humano y lo divino. Estas diferencias son esenciales para definir lo que es humano”.
Paulo III |
En 1537 el Papa Paulo III publicó la bula Sublimis Deus en el que reconocía la plena humanidad de los indios, y condenaba que fueran sometidos a un trato cruel o privados de sus posesiones: “Los indígenas y cualquier otro pueblo que pueda ser descubierto por cristianos, no pueden ser privados de su libertad o de sus propiedades, aunque estén fuera de la fe cristiana; pueden y deben, libre y legítimamente, gozar de su libertad y de la posesión de sus propiedades; en ningún modo deben ser esclavizados”. Igualmente, el emperador Carlos V promulgó las Nuevas leyes de Indias para el buen trato y conservación de los indios, que prohíben la esclavitud e insisten en que los indígenas sean pagados por su trabajo.
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