Sherry Turkle, profesora en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, afirma que muchos padres se estresan al tratar de responder sus e-mails y mensajes mientras intentan no dejar de prestarle atención a sus hijos, pero al mismo tiempo sienten una atracción magnética por sus tecnologías de la información que los ahogan. No pueden irse de vacaciones sin llevarse la oficina a cuestas. Su oficina está en su teléfono. Se quejan de que los jefes esperan de ellos que estén online continuamente, pero también admiten que su devoción hacia los dispositivos digitales excede con creces sus expectativas profesionales.
Turkle ha hablado con personas que no pueden resistir la urgencia de enviar y leer mensajes de texto incluso cuando están conduciendo.
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