La búsqueda de la sabiduría consiste en la investigación del orden que preside tanto la marcha del cosmos como el destino de los hombres. Intentar esta búsqueda es lo propio del hombre, pues Dios se lo ha encomendado. Al creyente la fuerza para continuar su camino hacia la verdad le viene de la certeza de que Dios lo ha creado como un “explorador” (cfr Qo 1,13), cuya misión es no dejar nada sin probar a pesar del continuo chantaje de la duda. Apoyándose en Dios, se dirige, siempre y en todas partes, hacia lo que es bello, bueno y verdadero (Fides et ratio, n. 21).
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