El psicólogo de la religión Oesterreich dice que “donde quiera que existe una intensa vida religiosa, hallamos la creencia de estar en inmediato contacto de conciencia con Dios. Lo divino deja de ser trascendente, entra en la esfera de lo inmanente,es experimentado, vivido, inmediatamente”. Lo mismo juzga Volkelt, ¿Qué es la religión?, cuando ve lo peculiar de la vida religiosa en que “intimamos de un modo inmediato, esto es, no por medio del pensamiento, ni del raciocinio, ni de la demostración, con un objeto que se extiende hasta la esfera de lo inexperimentable”. “De millones de maneras se ha atestiguado el hecho de que existe una certeza intuitiva, absolutamente peculiar, allí donde el hombre está inmediatamente cierto de sentirse en unión con lo Infinito, con lo Absoluto, con el principio más profundo de todo ser, con lo eternamente uno”
Los defensores del intelectualismo religioso confunden la religión con la metafísica. En la esfera metafísica sólo hay en último término un conocimiento racional. La razón tiene la última palabra. No ven que Dios no es objeto de la metafísica, sino de la religión. Para Johannes Hessen la metafísica trata exclusivamente de lo absoluto, del principio
del universo. Pero este absoluto de la metafísica es distinto del Dios de la religión. Aquél es un ser, éste es en primer término un valor. Y como todos los valores, también el valor de Dios nos es dado exclusivamente en la experiencia interna. Dios llega a nuestra presencia sólo en la experiencia religiosa. Debemos oponer al intelectualismo religioso el hecho de que la certeza que el hombre religioso posee respecto de Dios es de una índole completamente distinta de la que se obtiene mediante complicados razonamientos metafísicos. Si la fe religiosa en Dios reposase en semejantes bases, no poseería esa absoluta invencibilidad que tiene efectivamente en el hombre religioso. Nadie se ha dejado martirizar hasta hoy por una hipótesis metafísica; pero millones de hombres han derramado la última gota de su sangre por su fe en Dios.
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