Helen Czerski |
Helen Czerski, investigadora en el departamento de ingeniería mecánica del University College London, cuenta que cuando surgieron los primeros homo sapiens, los humanos solo tenían dos sistemas de soporte vital, el cuerpo y el planeta. Pero ahora tenemos un tercero. Han sido muchas las especies que han alterado este planeta, pero solo hace unos cuantos miles de años que una sola especie ha reconstruido el entorno en el que vive con el propósito de adaptarlo a sus necesidades. Ahora ya casi se trata de un solo organismo, de una creciente red de interconexiones entre conciencias individuales. En este sistema, todas las personas dependen casi totalmente de las demás para su supervivencia, pero, a su vez, todas contribuyen a él.
El flujo de la información mantiene al mundo unido. Los agricultores pueden organizar sus cosechas en función de lo que los supermercados vayan a querer esa semana; las noticias sobre los desastres naturales llegan al resto del planeta en tiempo real; los aviones pueden modificar sus rutas para evitar el mal tiempo que les espera más adelante; podemos decidir si queremos hacer la compra más tarde porque va empezar a llover dentro de unos minutos. Este sistema funciona porque esas ondas las coordinan los seres humanos cooperando entre ellos, porque nuestra especie se puso de acuerdo para establecer unas reglas globales para ciertas ondas y unas reglas nacionales para otras, dice Czerski. Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, había ondas pero no redes. En las últimas cinco generaciones, hemos construido una red de información basada en las ondas que hoy en día nos parece indispensable.
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