En Africa las circunstancias políticas han obstaculizado los intentos de desarrollo económico; las enemistades étnicas han engendrado frecuentes guerras civiles y golpes de Estado; la mayor parte de las naciones han caído bajo el dominio de gobiernos unipartidistas con diversos grados de control dictatorial. En la República de Sudáfrica, dominada desde tiempo atrás por su minoría blanca de ascendencia británica y (principalmente) bóer, la mayoría negra obtuvo al fin algo que se aproximaba a la igualdad política en los primeros años noventa, pero las rivalidades étnicas y el recurso a la violencia entre las facciones de la mayoría amenazaron con viciar cualquier provecho económico que hubiera podido lograrse. La extrema diversidad étnica y lingüística del continente africano parece haber obstruido los esfuerzos para construir las instituciones de los derechos de propiedad y ejecución de contratos necesarios para obtener los beneficios del capitalismo basado en el mercado. Los países más pobres y de crecimiento más lento del mundo siguen estando en África, el continente más atormentado por enfermedades, guerras civiles, genocidios y gobiernos inestables.
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