En todas las culturas primitivas el mito explica el origen de la sociedad mediante luchas entre los dioses. En Egipto el destino de Osiris, muerto por su hermano Seth y después resucitado por los cuidados de su hermana-esposa Isis, parece presentarnos ya la vieja leyenda de la lucha de la luz contra las tinieblas. Lo divino acaba penetrándolo todo y en la fuerza mágica del faraón reside la esencia de su poder y también la promesa de felicidad para sus súbditos. Los caldeos explicaban más radicalmente las diferencias entre los dioses y los hombres, aquéllos eran inmortales y a éstos era necesario morir. En ambos casos, Egipto y
Babilonia, la historia carece de sentido. La gran novedad en Israel consiste en que, al afirmarse la fe en un Dios único, explica el profesor Luis Suarez, la lucha mítica entre los dioses se ve sustituida por la lucha del hombre con la palabra de Dios. Y esta lucha, rebeldía y sometimiento, constituye el drama de la historia, la cual tiene un sentido, pues empieza en la caída del hombre y conduce a su salvación. Historia por esencia única, ya que sus fines trascienden fuera de ella misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario