Se dice que perdemos mucho tiempo soñando; pero ¿quién no sueña? Dudo que haya alguien que no le dedique siquiera unos breves momentos conscientes a elevarse por encima del mundo que le rodea, refugiándose en un ensueño deliberado. Y aunque no lo queramos, los sueños tienen una extraña habilidad para invadir nuestras vidas. Nos conducen hasta el mismísimo umbral de tierras a la vez cercanas y remotas.Soñando, superamos las hazañas de los gigantes que pueblan nuestros libros de cuentos.
Los escritores son los mayores soñadores de todos. Sus sueños aparecen en esos momentos en los que bajan la guardia, dejándose llevar por la inspiración, y componen con pluma y tinta esas frases que tanto amarán las generaciones venideras. Pero sólo veneramos los libros cuyos personajes y acontecimientos están directamente asociados a nuestros propios sueños. En este terreno no admitimos nada que nos suene a falso. Los escritores son los únicos soñadores que comparten sus sueños con otros.
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