Hawái |
La cultura hawaiana había sido destruida y la población diezmada por las enfermedades traídas por los europeos. Entre 1778 y 1893, la población de Hawái disminuyó desde un número aproximado de ochocientos mil habitantes hasta tan solo cuarenta mil, y a finales del siglo XIX el surf casi había desaparecido. Sin embargo, en su libro, Westwick y Neushul consideran que el surf hawaiano sufrió las consecuencias de una violenta catástrofe demográfica, unida a la confiscación de tierras y a la imposición de una serie de industrias, la madera de sándalo, la pesca de ballenas, la caña de azúcar, que obligaron a los supervivientes hawaianos a integrarse en una economía monetarizada que les privó por completo de tiempo libre.
El surf moderno, cuenta William Finnegan, es heredero de esta historia terrible, y si ha sobrevivido, fue gracias a unos pocos hawaianos, sobre todo Duke Kahanamoku, que mantuvieron viva la antigua práctica del he’e nalu. Kahanamoku ganó una medalla de oro de natación en los Juegos Olímpicos de 1912, se convirtió en una celebridad internacional y empezó a realizar exhibiciones de surf por todo el mundo. Y poco a poco, el surf volvió a practicarse en varias zonas costeras en las que había buenas olas y personas con los medios suficientes para cabalgarlas.
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