El modelo de educación planteado por los socialistas en el mundo prohíbe que los padres elijan lo que estiman mejor para sus hijos y gasten su dinero de acuerdo a eso asignando ese rol al Estado. Que el Estado prohíba a los padres decidir sobre la educación de sus hijos es claramente incompatible con cualquier idea básica de libertad y es lo que han hecho todos los regímenes totalitarios de la historia. El argumento que se da para que el Estado controle toda la educación es que los padres son incapaces de saber realmente qué es lo mejor para sus hijos y, por lo tanto, los burócratas e intelectuales que controlan el Estado deben imponerles el tipo de educación y el colegio al que deben mandar a sus niños. Esto es un desprecio elitista de los socialistas por los más pobres y por la misma clase media, que afirma defender.
Para buena parte de la izquierda el Estado sabe mejor que el resto lo que le conviene a los ciudadanos. Así, esta doctrina rousseauniana que separa el interés general de los intereses individuales, acrecienta el poder de los gobernantes sobre la vida de las personas, justificándose en que a mayor control sobre ellas mejor para éstas pues más libres serán después gracias a la sabia decisión que la autoridad les impuso.
El Estado no tiene porqué detenerse en la educación. La lógica del argumento lleva a una expansión ilimitada del poder estatal, pues lo mismo podría decirse en materia de alimentación, vivienda, vestuario, etcétera.
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