jueves, 13 de julio de 2017

¿Las creencias son indiferentes?

Que las creencias son indiferentes es una afirmación repetida hasta la saciedad hoy en día. 

Dice Richard Weaver que es una afirmación basada en un presupuesto temible. Si se trata de un filósofo, en el sentido que hemos dado a este término, sus creencias le servirán de guía a la hora de decidir para qué existe el mundo. ¿Pero cómo podrían ponerse de acuerdo sobre la finalidad del mundo unos seres que ni siquiera coinciden en su valoración de las más nimias acciones cotidianas? Esa afirmación, en realidad, viene a decir que no importa qué es aquello en lo que se crea, siempre y cuando no se tomen en serio las creencias. 


Es fácil comprobar hoy que tal es la condición a la que han sido llevadas las creencias religiosas. Pero imaginemos a unos hombres que sí son capaces de tomarse en serio sus propias creencias. Obviamente, sus creencias dejarán una huella indeleble en las experiencias vividas, y esos hombres pertenecerán a una cultura basada en principios exclusivos, una especie de club para ingresar al cual es indispensable que el candidato sepa decir lo conveniente sobre lo adecuado, lo que a su vez significa que esos hombres han de saber cultivar los sentimientos correctos.

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