José Luis Martín Descalzo |
Escribía José Luis Martín Descalzo que en los momentos de desaliento, “me acuerdo de una oración de cristianos brasileños que una vez escuché y que no he olvidado del todo, pero que, reconstruida ahora por mí, podría decir algo parecido a esto: – Sí, ya sé que sólo Dios puede dar la vida; pero tú puedes ayudarle a transmitirla. – Sólo Dios puede dar la fe; pero tú puedes dar tu testimonio. – Sólo Dios es el autor de toda esperanza; pero tú puedes ayudar a tu amigo a encontrarla. – Sólo Dios es el camino; pero tú eres el dedo que señala cómo se va a Él. – Sólo Dios puede dar el amor; pero tú puedes enseñar a otros cómo se ama. – Dios es el único que tiene fuerza, la crea, la da; pero nosotros podemos animar al desanimado. – Sólo Dios puede hacer que se conserve o prolongue una vida; pero tú puedes hacer que esté llena o vacía. – Sólo Dios puede hacer lo imposible; sólo tú puedes hacer lo posible. – Sólo Dios puede hacer un sol que caliente a todos los hombres; sólo tú puedes hacer una silla en la que se siente un viejo cansado. – Sólo Dios es capaz de fabricar el milagro de la carne de un niño; pero tú puedes hacerle sonreír. – Sólo Dios hace que bajo el sol
crezcan los trigales; pero tú puedes triturar ese grano y repartir ese pan. – Sólo Dios puede impedir las guerras; pero tú puedes no reñir con tu mujer o tu hermano. – Sólo a Dios se le ocurrió el invento del fuego; pero tú puedes prestar una caja de cerillas. – Sólo Dios da la verdadera y completa libertad; pero nosotros podríamos, al menos, pintar de azul las rejas y poner unas flores frescas en la ventana de la prisión. – Sólo Dios podría devolverle la vida del esposo a la joven viuda; tú puedes sentarte en silencio a su lado para que se sienta menos sola. – Sólo Dios puede devolverle las fuerzas a un anciano; tú puedes demostrarle que no está solo y que sus opiniones te siguen interesando. – Sólo Dios puede inventar una pureza como la de la Virgen; pero tú puedes conseguir que alguien, que ya las había olvidado, vuelva a rezar las tres Avemarías. – Sólo Dios puede salvar el mundo porque sólo Él salva; pero tú puedes hacer un poco más pequeñita
la injusticia de la que tiene que salvarnos. – Sólo Dios puede hacer que le toque la Primitiva a ese pobre mendigo que tanto la necesita; pero tú puedes irle conservando esa esperanza con un pequeña sonrisa y un «mañana será». – Sólo Dios puede conseguir que reciba esa carta la vecina del quinto, porque Dios sabe que aquel antiguo novio hace muchos años que la olvidó; pero tú podrías suplir hoy un poco esa carta con un piropo y una palabra cariñosa. En realidad, ya ves que Dios se basta a sí mismo; pero parece que prefiere seguir contando contigo, con tus nadas, con tus casi-nadas”.
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