Los hombres, al terminar la Edad oscura, podían ser rudos, indoctos e ignorantes en todo lo que no fuesen guerras contra tribus paganas más bárbaras que ellos mismos; pero tenían, siquiera, el alma limpia, cuenta Chesterton. Eran como niños. La primera iniciación de sus rudas artes respiraba el puro placer de los niños. Hemos de imaginarlos en Europa, viviendo, en general, bajo el dominio de pequeños gobiernos locales, feudales por ser una supervivencia de guerras feroces contra los bárbaros; monásticos, a veces, y de un carácter más amistoso y patriarcal, aun ligeramente imperiales, porque Roma gobernaba todavía, a guisa de una gran leyenda.
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