La eternidad no tiene ninguna relación con el tiempo. Éste, según la definición de los filósofos, es la medida del cambio. Es decir, lo que mide el nacimiento, el crecimiento, la vejez y la muerte; las transformaciones químicas y la distribución de los átomos; la oxidación, la corrosión y la corrupción de los elementos; el calor y el frío; la luz y las tinieblas. El tiempo existe porque hay cambio en el mundo. Por eso, hasta que Dios creó el universo material no hubo tiempo y si el universo material volviera a la nada de su origen, desaparecería el tiempo. La eternidad es, pues, un ahora perpetuo.
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