Como causa creadora del universo, Dios ha coordinado de tal suerte el reino ideal y el real, que ambos concuerdan y existe una armonía entre el pensamiento y el ser. Dice Johannes Hessen que la solución del problema del conocimiento está, pues, en la idea de la Divinidad como origen común del sujeto y el objeto, del orden del pensamiento y del orden del ser. Ésta es la posición del teísmo cristiano. Conatos más o menos fuertes de ella se encuentran ya en la Antigüedad en Platón y Aristóteles. Pero donde alcanzó su verdadera fundamentación y desenvolvimiento fue en la Edad Media. San Agustín y Santo Tomás de Aquino se presentan como sus principales representantes. Mas también ha encontrado importantes defensores en la Edad Moderna.
El fundador de la filosofía moderna, Descartes, se halla en el
terreno del teísmo cristiano. Lo mismo debe decirse de Leibniz. Este resuelve el problema de la conexión de las cosas mediante la idea de la armonía preestablecida. El universo se compone, según él, de infinitas mónadas, que representan mundos completamente cerrados. Una acción recíproca no es posible, por consiguiente, entre ellas. La conexión y el orden del universo descansan en una armonía establecida originariamente por Dios. En ella descansa también la concordancia del pensamiento y el ser, del sujeto y el objeto.
Leibniz. |
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