Periodo cálido mediaval. |
Durante los siglos IX y X el crecimiento de las temperaturas fue progresivo y persistente. Fagan no cree que el calor haya sido un episodio dañino, sino todo lo contrario: “En Europa, el clima relativamente estable del periodo cálido medieval fue una gran bendición para los pequeños granjeros y los campesinos”. Y reconoce que la temperatura fue entonces de medio a un grado más alta que la media del siglo XX.
Otros investigadores apuntan que en Europa central fue 1,4 grados más alta; y recientemente un grupo de climatólogos gallegos han señalado una media de calentamiento de 1,5°, y hasta un periodo de unos 80 años en que pudo alcanzar valores de 3°. Este último dato obedece a una estimación puntual, y es de suponer que muchos puedan calificarla de improbable por excesiva; simplemente, el dato del registro está ahí.
Ray G. Richards opina por su parte que el calentamiento fue
en líneas generales benéfico, y no estuvo plagado de catástrofes provocadas por el mal tiempo, como lo estaría siglos más tarde la llamada “Pequeña Edad del Hielo”. Algo por el estilo añade H. Lamb, a quien se atribuye la expresión “periodo cálido medieval”. Se sabe que en muchos valles de Europa donde el hecho es hoy casi imposible, se producían dos cosechas anuales, y se explotaban minas en el Hohe Tauern austriaco, que hasta hace poco estuvieron cubiertas por el hielo. (Por cierto, quizá convenga recordarlo: hace no muchos años, gracias al calentamiento actual, se encontró debajo de un glaciar en Austria una capilla del siglo XI; existen motivos bastante razonables para suponer que cuando se construyó esa edificación el clima tenía que ser similar o un poco más cálido que el de ahora.)
Acot deduce del estudio de los restos vegetales que grandes extensiones de bosque llano y pantanoso de Europa Central fueron transformadas, con el cambio climático, en tierras de cultivo. Se vio así un paisaje distinto, alternaban, en manchones, el bosque abierto y los campos cultivados. Resultaba más fácil trazar caminos, mejoraron los intercambios, y tal vez como consecuencia de todo ello, apunta Acot, hubo un notable desarrollo demográfico, bien visible sobre todo desde el año 1000. Es una falsa tradición la idea de que el hombre en la Edad Media no se molestaba mucho por su futuro y el de sus hijos, ya que el mundo tenía sus días contados; y es que según una profecía apocalíptica interpretada demasiado literalmente, Satanás permanecería encerrado “durante mil años”. Por consiguiente, el año 1000 sobrevendría el fin del mundo. Ese temor difícilmente puede haber ocurrido, desde el momento en que por el siglo IX la vigencia de la Era Cristiana apenas era conocida de la gente corriente, y lo normal era contar por los años del reinado de cada monarca. No es cierto que en el año 1000 hubiese un movimiento primero de pánico, luego de júbilo, al comprobarse que el mundo seguía alegremente su camino, al menos no constan testimonios de la época en tal sentido; pero sí está constatado el incremento demográfico, que se prolongaría hasta el siglo XIII, que parece indicar una era de prosperidad cuando menos en la abundancia de recursos para la vida. Según se estima, la población de Europa pasó, entre el año 1000, y 1347, de 35 a 80 millones de habitantes (William Jordan, 2001). Un incremento demográfico tan fuerte no es fácilmente imaginable en plena Edad Media, y hay que suponer que obedece o a un optimismo desbordado, o a unas condiciones muy favorables para la vida humana. No hay por entonces noticias de heladas en mayo (tan dañinas para la agricultura), de las cuales sí se hablaría frecuentemente en los siglos más fríos que siguieron.
El viñedo se cultivó en el Sur de Gran Bretaña, e incluso en el centro. S. Baliunas encuentra vestigios de viñedo, sorprendentemente, hasta en Escocia. Guillermo de Malmesbury alaba los viñedos de Gloucester, de uva dulce y vinos casi tan buenos como los franceses. También se afirma que el límite de las viñas en Alemania se corrió 500 kilómetros más al Norte; hay referencias, por ejemplo, de viñedos en Prusia Oriental y hasta en el Sur de Suecia. Por los restos de árboles se ha averiguado que determinadas especies arbóreas crecían en los Alpes en niveles donde hoy no existen. El Mediterráneo occidental era más lluvioso que ahora. Y el nivel del mar era en Holanda medio metro más alto que en la actualidad. He ahí un inconveniente del calor, mareas más crecidas, y rotura de diques. Fue el que los holandeses siguen llamando Grote Mandrenke, o Gran Inundación. Así llegó a formarse el Zuiderzee, hoy casi por completo rellenado otra vez con la aportación de tierras y la construcción de diques más altos.
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