Giovanni Pico della Mirandola |
El humanismo se caracteriza por una mayor confianza en el ser humano y en sus capacidades. Los humanistas, que sitúan al hombre en el centro de sus preocupaciones, lo convierten en la medida de todas las cosas. “No hay nada más admirable en el mundo que el ser humano”, escribe Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494) en su Discurso sobre la dignidad del hombre (1486).
La enseñanza es uno de los temas predilectos de un buen número de escritores humanistas. Estos perciben este campo como el mejor medio para que el hombre se vuelva más independiente, más digno y más humano, gracias al desarrollo de su espíritu crítico y de sus conocimientos. Así, Erasmo, Rabelais o Montaigne, entre otros, dedican muchas páginas al problema de la educación de los niños. El primero, convencido de que el mal no forma parte de la naturaleza humana, sino que proviene de una mala educación, propone en su De pueris instituendis (1528) un amplio programa de enseñanza liberal con el objetivo de ayudar a sus contemporáneos a convertirse en hombres gracias al ejercicio de su razón. “El hombre no nace hombre, se hace”.Montaigne considera que “vale más una cabeza bien hecha que una cabeza bien llena”, y por ende otorga una importancia clave a la reflexión, al espíritu crítico, a la opinión personal y a la apertura de mente. Más que formar a sabios, quiere buenos ciudadanos que, ante todo, sean capaces de pensar y de actuar según unos valores morales. Sea como fuere, todos los humanistas comparten la idea de que la evolución del mundo y de la sociedad se basa ante todo en una buena educación de la juventud, que debe comenzar lo antes posible.
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