Las cifras de la persecución de cristianos en Nigeria han alcanzado límites hasta ahora desconocidos, es ya una realidad. Por ejemplo, la organización Puertas Abiertas hablaba de 4.565 asesinatos solo en 2023, cubriendo prácticamente la totalidad de los 4.998 personas que fueron asesinadas en todo el mundo por su fe en Cristo el año pasado.Algo que lamentan también diferentes analistas y líderes cristianos en Nigeria es lo que consideran como una impasibilidad por parte de las autoridades. En declaraciones a America Magazine, el director de Amnistía Internacional en el país, Isa Sanusi, ha asegurado que “los patrones de los recientes ataques mortales en las zonas rurales del estado de Plateau muestran claramente que las autoridades nigerianas han dejado a estas comunidades a merced de pistoleros descontrolados”. “La incapacidad de las autoridades nigerianas para frenar la oleada de violencia está costando la vida y los medios de subsistencia de la población y, si no se toman medidas inmediatas, pueden perderse muchas más vidas”, ha remarcado Sanusi. Akinyele también habla de factores agravantes de la situación como “la falta de voluntad del gobierno para llevar a los autores ante la justicia, el aparente compromiso e indiferencia de los líderes políticos, la porosidad de las fronteras que permite a los delincuentes entrar en el país con facilidad y la corrupción entre los agentes de seguridad que ya están equipados”.
Joop Koopman, manifiesta que “los atacantes fulani están bien armados y cuentan con equipos sofisticados y caros, lo que sugiere que existe una fuente de financiación para estos fulani claramente radicalizados”.
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