Richard Pipes escribe en su libro Propiedad y libertad que “la Iglesia cristiana primitiva aceptó la propiedad privada como un hecho de la vida y se dedicó a exhortar a los fieles a que practicaran la caridad lo más posible. Las pertenencias se consideraban algo maligno sólo en el caso de ser usadas de forma egoísta…..las posesiones eran éticamente neutrales y sólo se convertían en algo maligno si daban lugar a la avaricia. San Agustín escribió que una cosa no debía ser condenada porque condujera a la corrupción: “¿No es bueno el oro?”, preguntaba y respondía: “Sí, es bueno. Pero el malo usa el buen oro para hacer daño y el bueno usa el buen oro para hacer el bien”.
Como observó hace un siglo el filósofo ruso Vladimir Soloviev, los cristianos exhortan a sus seguidores a renunciar a sus riquezas mientras que los socialistas reclaman la confiscación y distribución de la riqueza de otros. Las doctrinas económicas de las Iglesias cristianas sólo pedían la renuncia voluntaria de la riqueza personal. No era, por tanto, incoherente que la Iglesia tratara como herejes a aquellos grupos, como los “waldesianos” del siglo XII, que predicaban la pobreza y, después, a los anabaptistas, que intentaron imponer el comunismo. En términos generales, “la veneración por la pobreza” fue un rasgo distintivo de los movimientos heréticos, no de la Iglesia establecida. Juan XXII afirmó que la propiedad (dominium) del hombre sobre sus posesiones no difiere de la propiedad ejercida por Dios sobre el universo, la cual concedió al hombre al crearlo a su semejanza. Es, por tanto, un derecho natural que antecede la ley humana.
Los fundadores del protestantismo fueron más allá de la tolerancia de la Iglesia católica con relación a la propiedad: tanto Lutero como Calvino la respaldaron con énfasis.Calvino escribió elogiosamente sobre el trabajo y el comercio, y sobre las grandes ganancias que proporcionaban a algunos, rechazando las prohibiciones medievales sobre la usura y reconociendo los beneficios del dinero y del crédito.Los historiadores saben muy bien que el calvinismo hizo mucho por alentar el espíritu capitalista.
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