No existen personas buenas, sólo existen personas conscientes que aceptan emprender ese camino; personas que rechazan la superficialidad del conformismo y las celadas del prejuicio; ese prejuicio que a veces crece vigoroso en las mentes, ilusoriamente libres, de los llamados anticonformistas. El bien es una cosa extremadamente seria, porque el mal es una cosa extremadamente seria. Ignorar este asunto es condenarse a vivir en la capa más epidérmica y fatua de la existencia. No se puede ser bueno por moda periodística, por conveniencia o por simple pereza. La bondad es un camino extremadamente severo, y, en su severidad, conoce la urgencia de la discreción. Y de la fuerza. Porque la bondad, como el amor, requiere fuerza, la grande, inmensa fuerza del Espíritu, escribe la italiana Susanna Tamaro.
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