Paul Auster, escritor, cree que sin el lenguaje no tendríamos el mundo. No seríamos capaces de discernir las cosas. No tendríamos mesas ni sillas, sólo una vaguedad de objetos. Y añade Auster que es interesante observar a la gente cuando practica algún deporte, un partido de béisbol, por ejemplo. Un jugador coge una pelota y la lanza, otro blande el bate, todo el mundo echa a correr a un lado y a otro, la multitud se pone en pie y grita entusiasmada. Hasta que se aprenden las normas, las palabras de las normas, lo que se ve es un caos. Una vez que se adquiere el vocabulario para articular lo que se ve, se empieza a comprender lo que pasa. Los hechos son los mismos, pero sin el lenguaje resultan incomprensibles.
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