Las primeras instituciones representativas de la historia de la humanidad surgieron a finales del siglo XII (1188) en los reinos españoles de León y Castilla. Poco después, en todos los reinos de la España cristiana se consolidaron las asambleas representativas (Cortes) tanto regionales como nacionales. Inglaterra, Austria, Brandemburgo, Sicilia, Portugal y el Sacro Imperio Romano siguieron su ejemplo en el siglo XIII; Francia, los Países Bajos, Escocia y Hungría en el siglo XIV; Polonia, Suecia y Dinamarca en el siglo XV.Las asambleas legislativas de base representativa únicamente existían en Europa, hasta que se copiaron o fueron trasplantadas a otros continentes por los europeos.
En España, en el siglo XIV,escribe el historiador Richard Pipes, las Cortes de Castilla, Aragón, Cataluña y Valencia obtuvieron la competencia exclusiva para aprobar todos los impuestos extraordinarios así como el derecho a participar en la redacción y aplicación de las leyes. El juramento de lealtad de los aragoneses a su rey excedía en audacia a cualquier cosa que la Cámara de los Comunes británica se hubiera atrevido a pronunciar: “Nosotros, que somos tan buenos como Usted, le juramos a Usted, que no es mejor que nosotros, aceptarlo como nuestro rey y señor soberano, siempre y cuando Usted respete todas nuestras libertades y leyes; pero si no lo hace, no lo aceptaremos”. Y sin embargo, las Cortes españolas también decayeron a principios del siglo XVI y, para finales del XVII, dejaron de tener importancia.
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