A partir de la Primera Guerra Mundial la guerra pasa a ser total y el aniquilamiento del adversario se entendía como destrucción física de combatientes y no combatientes. Así, el uso masivo de gases, de artillería, de bombardeos aéreos y torpedeo de barcos de pasajeros eran indicadores de una nueva época. Sin embargo, en esta ocasión fueron los límites tecnológicos los que acotaron la barbarie. La primera Guerra Mundial se estancó en las trincheras y la población civil cercana a los frentes fue la que más duramente sufrió la guerra. Pero en la retaguardia no se vivieron, en general, las acciones de guerra.La Segunda Guerra Mundial comenzó y terminó con un carácter de guerra total. En esta ocasión, el desarrollo tecnocientífico no frenó la extensión del conflicto en el ámbito civil, sino que lo potenció. En cuanto a las matanzas militares sobre civiles, todos los contendientes las practicaron a conciencia. Los alemanes realizaron bombardeos masivos contra Rotterdam, Londres, Coventry, Belgrado, etc. A su vez, la fuerza aérea estadounidense atacó los territorios controlados por los alemanes con bombardeos masivos diurnos de precisión que tenían como objetivo destruir las fábricas y el potencial económico y productivo alemán, pese a que en la práctica afectaban a ciudades enteras. Los británicos se especializaron en ataques nocturnos masivos e indiscriminados contra las ciudades alemanas, que tenían como objetivo provocar el pánico y causar la desmoralización de la población civil. Ciudades como Hamburgo y Berlín sufrieron bombardeos terribles que provocaron miles de víctimas civiles. Especialmente emblemático fue el ataque a Dresde, en el curso del cual la ciudad fue borrada del mapa y con ella sus habitantes. El bombardeo más terrorífico de toda la historia de la humanidad fue el que sufrió Tokio, la capital de Japón, la noche del 9 al 10 de marzo. Unos 279 bombarderos norteamericanos lanzaron toneladas de bombas incendiarias sobre la ciudad, sabiendo que sus edificios estaban mayoritariamente hechos de madera. Una tormenta de fuego aniquiló a más de 100.000 personas, un número de bajas superior al que provocaron los ataques atómicos. Finalmente, el colofón de la guerra total fue el lanzamiento de bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki (Gordin, 2009). Al precio de miles de víctimas japonesas civiles, los estadounidenses se ahorraron una sangrienta campaña de conquista en las islas japonesas que ya había tenido sus precedentes en Okinawa.
Guerras, soldados y máquinas (F. Xavier Hernàndez Cardona y Xavier Rubio Campillo)
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