Si algún factor ha moldeado en profundidad la historia y cultura europea ha sido el cristianismo, de donde se ha expandido a América, Oceanía y parte de África, en menor medida a Asia. No obstante, desde el siglo XVIII han cobrado empuje ideologías críticas o anticristianas: liberales y revolucionarias, marxismo, laicismo o cientifismo radicales… Tales ideologías tienen rasgos propios de religión, como una concepción del mundo y de la vida y una moralidad derivada, por lo que cabría entenderlas como religiones sustitutivas, de hecho han desplazado parcialmente al cristianismo, y hoy un alto porcentaje de europeos, variable según países, se declara agnóstico, ateo o indiferente.
En Europa se ha solido oponer la razón a la religión; pero no solo el poder de la razón es limitado, sino que, como los demás rasgos humanos, aparece como un don, como algo otorgado, que no procede de la voluntad o decisión de ningún ser humano o conjunto de ellos y remite por tanto a algún designio no humano, escribe el historiador Pío Moa.
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