Escribe Javier Gomá Lanzón, filósofo y ensayista español, que la conversación española, por regla general, no pica muy alto. Al menos entre los hombres, cuyos temas versan normalmente sobre deportes, política, negocios, trabajo y mujeres.En tanto que las mujeres, además de pedirse mutuamente consejo sobre cuestiones prácticas, consecuencia de soportar aún hoy la mayor parte del peso de la casa y la organización familiar, llevan con mucha más frecuencia esos temas de conversación amistosa hacia materias personales, íntimas y confidenciales. Las mujeres se intercambian noticias reservadas, abren su corazón a la amiga, comparten sus experiencias vitales y critican, critican mucho. Para introducir su reproche, usan una fórmula ad cautelam: “Yo adoro absolutamente a X (nombre de una amiga o conocida), pero…”, y a continuación censuran algo del modo de ser de la aludida o de su comportamiento reciente.
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