En las iglesias románicas y normandas hallamos por lo general arcos semicirculares que descansan sobre pilares macizos. La impresión de conjunto que estas iglesias producen, tanto desde dentro como desde fuera, es de compacta solidez. Hay en ellas escasa ornamentación, incluso escasos vanos, pero sí firmes y continuas paredes y torres, que nos recuerdan las fortalezas medievales. Estos poderosos y casi retadores cúmulos de piedra erigidos por la Iglesia en tierras de campesinos y de guerreros que acababan de emanciparse de la forma de vida que habían odiado, parecen expresar la idea misma de la Iglesia militante, esto es, la idea de que aquí, sobre la tierra, misión de la Iglesia es combatir las fuerzas oscuras hasta que la hora del triunfo suene en el día del juicio final.
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