Henri-Frédéric Amiel fue un filósofo, moralista y escritor suizo. Autor de Diario íntimo en donde escribe que hay que tener menos temor a la opinión, y seremos más naturales. Pero este temor se deriva de la desconfianza en uno mismo, en el talento o en las maneras propias. Sólo se trata, pues, de ver claro, de estimar justamente a los otros y a uno mismo, de estimarse suficientemente para mantenerse en el lugar debido con firmeza. “Atrévete a ser tú mismo”. Convéncete de que vales como los otros, y si tienes una idea, una opinión, una resolución razonada, no las ocultes. Obra con franqueza, ve abiertamente a tu fin, sin misterio, con la cara alta. Te harán sitio, y tú te respetarás más. No tergiverses, no obres indirectamente nunca. “Ve derecho a tu enemigo, y derecho también hacia tu amigo”; sé franco y decidido.
Vamos a cumplir nuestro pequeño cometido, o nuestro cometido, cualquiera que sea, serás feliz, y lograrás la tranquilidad del espíritu, decía Henri-Frédéric Amiel. Repítete el principio de que Dios hará de mí lo que juzgue conveniente; mi deber consiste en desarrollarme todo cuanto mi posición me lo permita, sin compararme a los demás. Mi divisa ha de ser la línea recta. Caminar derecho, sin vergüenza, sin celos, sin misterios. Caminar derecho con perseverancia, sin cansarme, sin temor a servir a los otros, ni a ser descubierto por ellos, envidiado o burlado; seguir nuestro camino con firmeza, pero dulcemente….Los deberes engrandecen al hombre, y los deberes humildes, secretos, en mayor medida que los otros, son apreciados solamente por Dios.
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