Un noble está muy por encima de un campesino en la España del XVI. Si Don Quijote va a caballo, Sancho Panza va en un asno, las ropas son distintas, como distinta es su comida. “No comas ajos ni cebollas porque no saquen por el olor tu villanía”, es uno de los consejos que recibe el futuro gobernador de la ínsula Barataria de su amo. Incluso cuando muera por delito grave, el aristócrata tiene derecho a una muerte distinta, la decapitación en vez de la horca. Pero, con todo eso, el mismo Sancho Panza, que no se sienta a comer con su amo si éste no se lo ordena taxativamente, no se considera inferior a nadie cuando se trata de su raza y religión. Porque es cristiano viejo y “no se dejaría empreñar por el rey mismo”.
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