El artículo titulado “Las palabras hieren”, en el que Iñaqui de la Torre hacía referencia a un estudio de Lisa Raffensperger, publicado en la revista New Scientist. En dicho artículo se expone una investigación en la que los científicos han demostrado que algunas palabras utilizadas de forma agresiva pueden causar dolor físico, algo que se refleja en el mismo lugar del cerebro en el que sentimos dolor cuando recibimos una puñalada o un fuerte golpe. Las palabras causan dolor especialmente a la persona a la que van dirigidas, aunque, con menor intensidad, también pueden causar dolor a la persona atacante. Dañando a los demás, te dañas a ti mismo. Además, hay que tener en cuenta que no solo las palabras agresivas per se pueden ser terriblemente nocivas y causar dolor; también influyen las circunstancias, el factor coyuntural. Por ejemplo, a una persona sensible que acaba de sufrir un abandono o una ruptura sentimental puede que ciertas palabras, que en otras circunstancias le habrían causado un efecto neutro, después de la ruptura le generen un gran dolor. Conceptos como adiós, soledad, abandono o despedida le pueden producir tanto dolor emocional como físico. Pero también debemos saber que las palabras pueden tener efectos tónicos, curativos, tranquilizadores, revitalizadores, motivadores y sanadores. Activar lo mejor de los demás, potenciar su autoestima y ayudarles a sentirse mejor consigo mismos.
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