“Si la libertad es un proceso paulatino, la infiltración del mal lo es también. Pequeños ajustes a la verdad y justificaciones menores erigieron con el tiempo un edificio totalmente imprevisto. Esto se aplica a todo Hitler, Stalin o persona común. La casa interna del alma es espléndida pero frágil; cualquier mentira y traición incrustadas en sus paredes y cimientos alteran la estructura de manera inimaginable”, escribe el canadiense William Paul Young.
“Lo que había sido una entidad viviente, un corazón de carne, se convirtió en piedra; una roca dura y pequeña ocupaba la cáscara, la corteza del cuerpo. Esa forma fue alguna vez expresión de maravilla y magnificencia internas. Ahora ha de abrirse paso sin apoyo, fachada en busca de corazón, una estrella agonizante que devora su propio vacío.”
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